miércoles, 12 de octubre de 2011

Pablo Picasso


Pablo Picasso.

Picasso, fue un pintor y escultor español, además fue precursor del movimiento cubista. Considerado uno de los mayores artistas del siglo XX. Pintó más de dos mil obras que en la actualidad se encuentran exhibidas en museos y colecciones de toda Europa y del mundo. Abordó otros géneros tales como el dibujo, el grabado, la ilustración de libros, la escultura, la cerámica y el diseño de escenografía y vestuario para montajes teatrales.
Picasso fue un incomparable creador de las diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX. Su obra inmensa en número, en variedad y en talento se extiende a lo largo de más de setenta y cinco años.
Se conoce como período azul de Picasso al que discurre aproximadamente entre 1901 hasta 1904: este nombre proviene del color que domina la gama cromática de las pinturas, y tiene su origen en el suicidio de su amigo Carlos Casagemas.
Otras influencias en la obra de Picasso en este periodo fueron las de Van Gogh y Gauguin, el primero sobre todo a un nivel psicológico, como se refleja en la intensidad emotiva de los cuadros de esta época, aunque también se aprecia una simplificación de volúmenes y contornos definidos que hacen pensar en Gauguin, de quien también tomaría una concepción universal de la sentimentalidad.
Otra de sus obras más trascendentales, fue “Las señoritas de Aviñón, obra con la cual Braque y Picasso acabaron formulando el cubismo en 1908. El cubismo fue un punto de inflexión radical en la historia del arte que inspiró al resto de vanguardias artísticas el abandono del ilusionismo pictórico, rechazando la descripción naturalista en beneficio de composiciones de formas abstraídas de la percepción convencional, jugando con la tridimensionalidad y la estructura de las superficies.

miércoles, 6 de julio de 2011

ARTE Y LITERATURA ECUADOR SIGLO XIX

Fue uno de los últimos baluartes del periodo político español, y sólo quedó totalmente libre en 1822 a raíz de la batalla definitiva de Carabobo. Pese al ambiente de inquietud política, la ciudad de Quito continuó con su tradición artística, y por el empadronamiento de 1825 sabemos de la existencia de los siguientes pintores y escultores: Antonio Salas, Diego Benalcázar, José Olmos, Javier y Matías Navarrete, Mariano González, Antonio Vaca, Feliciano Villacreces, José Díaz, Mariano Flor, José Páez, Pedro Villagrán, José María Riofrío, Mariano Unda, Mariano Rodríguez, Javier Pazmiño, Agustín Vaca, Ignacio Mora, Joaquín Paz y Baltasar González. EL arte ecuatoriano del primer tercio del s. XIX siguió apegado a la tradición religiosa, aunque algunos artistas ensalzaron con sus pinceles los hechos gloriosos de la independencia y sus personajes políticos. La primera reacción oficial de vitalizar la tradición artística del país se debe al mismo S. Bolívar, que señaló una pensión vitalicia a Gaspar Sangurima, hijo de la ciudad de Cuenca; poco después se ordenó que se estableciese en esta ciudad, bajo la dirección de este artista, una Escuela de Pintura, Escultura, Arquitectura y Artes Mecánicas, cuyos estatutos se aprobaron el 20 oct. 1822. Fundación más importante fue, ya en 1852, la Escuela Democrática Miguel de Santiago, en Quito, con la misión de «cultivar el arte del dibujo».
      El artista más importante, que representa en el s. XIX el nexo con la tradición barroca, fue Antonio Salas, muerto en 1860, y al que se puede considerar como padre del movimiento artístico novecentista. Los impulsos renovadores empezaron a cobrar mayor fuerza a mediados de siglo. Precisamente en 1854 el Gobierno ecuatoriano envió a Europa a Rafael Salas y a Luis Cadena.
El mayor fruto de la Escuela Miguel de Santiago fue la figura de Juan Manosalvas (18401906), al que se considera como un genio del arte nacional ecuatoriano; estudió en Roma y se dejó influir por el arte de M. Fortuny (v.) como acuarelista. Seguidor de Manosalvas fue Joaquín Pinto, cuya obra más conocida es el Dies Irae, y el último exponente de la pintura en Quito fue Antonio Salguero (1864-1920). Fuera de la capital hay que mencionar al guayaquileño Alfonso Medina, que trabajó buena parte de su vida en Roma, especializándose en paisaje; otro paisajista fue Rafael Troya, fundador de la Escuela de Pintura en Ibarra.
      La escultura del s. XIX tuvo menos representantes, pero hay que recordar a Ignacio Benalcázar, Severo Carrión (autor de la famosa estatua de la justicia en la escalera principal del Palacio de Gobierno), Manuel Vaca Ribas y el cuencano Miguel Vélez, considerado como el mejor escultor ecuatoriano después de Caspicara.

ARTE Y LITERATURA ECUADOR SIGLO XIX

La traición cristera es importante en el arte ecuatoriano. La de Cuenca se inserta en esa vigorosa producción. Gaspar Sangurima, posible alumno de Caspicara, es el más notable escultor de Cristos del XIX temprano entre nosotros. Su trabajo influye en todos los escultores cuencanos de su tiempo, por el desgarramiento que imprimió a sus imágenes de Crucificado agónico o muerto, y por la búsqueda de perfección anatómica, la que llega a su punto más alto en José Miguel Vélez, maestro del fin de la centuria.

Notables creadores ecuatorianos, desde Miguel de Santiago en el siglo XVII, hasta los Salas en el siglo XIX, pasando por Bernardo Rodríguez y Manuel de Samaniego en el XVIII, produjeron arte religioso. 

EL ROMANTICISMO EUROPEO

A medida que el mundo ha ido progresando, también ha evolucionado la forma específica que tiene el hombre de interpretarse a sí mismo y al mundo que lo rodea, buscando una respuesta que de sentido a su existencia. El ser humano va concibiendo la literatura de manera diferente según sea el concepto que tenga de la realidad. Esto nos explica el hecho de que a principios del siglo XIX empiece a manifestarse una nueva forma de sensibilidad que se opone al pensamiento racionalista y normativo del neoclasicismo. La razón será destituida por la imaginación, se dará paso a la libertad creativa.
EL ROMANTICISMO.
Para los neoclásicos lo primordial fue la razón. Se admitía que la vida y la sociedad eran imperfectas, pero dentro de ellas el hombre debía alcanzar su perfección moral guiado por la razón. En cambio, la actitud moral y sentimental de los románticos es de insatisfacción ante la vida y el mundo. Se rebelan contra todo y aspiran a algo superior, sin saber siempre qué es. A esta situación e desencanto contribuye la pérdida de la fe en el papel rector de la razón. Adquieren gran importancia la imaginación y la sensibilidad personales. La imaginación permite al romántico evadirse de la realidad y tender hacia un mundo de ensueños, ideal e indeterminado. Un hermoso ideal, generalmente irrealizable. De ahí proviene la disociación entre lo ideal y lo real.
Don Juan Tenorio, protagonista del drama escrito por el español José Zorrilla, se rebela contra las normas morales y prejuicios sociales de la época:
“ Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la vida escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí”
(Aquí se sintetiza el espíritu de rebeldía y de exaltación del yo.) 







PINTURA COLONIAL EN EL ECUADOR

En el campo de la pintura, debemos manifestar que fue el arte más difundido de la Colonia, todas las obras pictóricas tienen temas netamente religiosos y están dotados de una hermosa policromía y de profundos conocimientos anatómicos.  Entre los pintores más destacados, anotaremos al genial Miguel de Santiago, que vivió en Quito en el siglo XVII, su obra cumbre lo representa “El Cristo de la Agonía”, en la que, según la tradición, Santiago tuvo que asesinar a su modelo en la cruz para conseguir un acabado perfecto.  Perseguido, se refugió en el convento de los Agustinos, donde pintó la serie de la vida de San Agustín.
Otro pintor destacado fue Nicolás de Gorívar, yerno de Miguel de Santiago, todas sus obras descansan en las naves laterales de la Iglesia de la Compañía y se titulan “Los Profetas”.  En el siglo XVI, sobresalieron otros pintores quiteños, generalmente indios y mestizos: Adrián Sánchez, Francisco Quishpe, Antonio Salas, Samaniego, la miniaturista riobambeña Magdalena Dávalos.  Otro pintor extraordinario fue el religioso Padre Pedro Bedón, domínico que pintó “La Virgen de la Escalera”.


ESCULTURA COLONIAL EN EL ECUADOR

ESCULTURA COLONIAL: La escultura colonial fue eminentemente religiosa, se distingue por las numerosas y bellas imágenes de Cristo, la Virgen María, santos, ángeles y escenas bíblicas, hábilmente talladas en madera multicolor.  La escultura adquirió gran prestigio en todo el continente americano con magistrales obras de los más destacados escultores de la Escuela Quiteña, que llegaron a rivalizar con las obras maestras del Renacimiento Italiano en Europa.  Las obras de escultura fueron hechas en piedra, yeso y madera. Entre los escultores imagineros, señalaremos a Manuel Chili, conocido como el célebre Caspicara (cara con viruelas): Autor de: El Cristo Resurrecto, Nuestra Señora del Carmen, etc.
 A José Olmos, conocido como Pampite; Diego de Robles, autor de La Virgen del Quinche, de Guápulo, del Cisne en Loja; Hermano Marcos Guerra Bernando de Legarda, Autor de la Virgen de Quito, La Inmaculada; Gaspar de Sangurima y otros.










ARTE COLONIAL EN AMERICA

La influencia española dominará y se impondrá a la autóctona. Desde España llegarán al Nuevo Mundo numerosos artistas que formarán talleres y enseñarán a los nativos los modelos y estilos de la península, como son el gótico, renacimiento, manierismo, barroco y neoclasicismo. Hay que señalar la importancia de la pintura en el proceso de evangelización, ya que sus temas religiosos y didácticos tratan diferentes episodios de la vida de Jesús, de la Virgen y de los santos más populares.




Comienza así la labor evangelizadora de conversión al cristianismo y de instalar el castellano como única lengua.